En la Iglesia Congregacional de South Glastonbury, Judy Doering conversa sobre su labor de voluntaria en beneficio de quienes acaban de llegar al país.
“Es como un llamado para mi”, explica Doering.
Esta tarde se ha dedicado a ayudar a una familia afgana con su solicitud para obtener . El grupo de voluntarios de la iglesia al que pertenece Doering ofrece apoyo a los recién llegados con todo tipo de necesidades, desde la búsqueda de vivienda hasta la compra de alimentos, clases de inglés y transporte a la mezquita. Algunas de estas funciones eran realizadas por el personal de la organización de (IRIS, por sus siglas en inglés).
Ahora, esta organización de reasentamiento de refugiados se ha visto asediada por los recortes de fondos federales. Recientemente, se vio obligada a cerrar sus oficinas principales en New Haven. Además, su personal se redujo de 100 a menos de 50 empleados. Su programa, Cuerpo de Bienvenida (en inglés, Welcome Corps), un modelo nacional para el reasentamiento también tuvo que cesar sus operaciones.
Aunque los voluntarios como Doering siempre han formado parte del modelo de IRIS, los recortes han hecho que su ayuda sea aún más indispensable.
“No lo considero una carga”, explica Doering. “Si uno se ofrece para ser voluntario, es porque quiere ayudar. Solo que ahora [la situación] lo complica un poco más, por así decirlo”.
“El hecho de que estos voluntarios se hayan ofrecido y hayan dicho ‘voy a ayudar’ es lo que ha logrado los resultados”, añadió. “Estamos encontrando soluciones. Lo estamos logrando”.
Hoy, Doering ayuda a Javid Zazi, su esposa y sus dos niños pequeños. Desde su hogar en un suburbio de Hartford, Zazi, que trabajó con el ejército estadounidense en su país natal, Afganistán, relata cómo tuvo que esconderse y huir del Talibán.

““La situación era muy difícil”, comenta Zazi. “Todo se volvió muy peligroso.”
No obstante, Zazi afirma que, desde su llegada a ǻ a principios de año, el grupo de voluntarios de Doering ha ayudado a su familia a establecerse.
“Nos ayudan en todo: con nuestro desarrollo personal y de destrezas, con compras, [nuestras] metas y educación”, expresa Zazi. “Hacen de todo por nosotros; como [si fuéramos] familia. Son personas muy amables”.
“Mucho más que un trabajo”
IRIS se caracteriza por ofrecer servicios integrales que van desde clases de idiomas hasta asesoría legal, y hasta opera un banco de alimentos en New Haven. Maggie Mitchell Salem, su directora ejecutiva, habló allí recientemente.
“Como directora ejecutiva de IRIS, me enorgullece poder decir que, [a pesar de] los recortes en los fondos federales, no dejamos de atender a las personas a las que servimos”, afirmó Mitchell Salem.
El banco de alimentos podría haber sido otra víctima de estos tiempos difíciles. Sin embargo, la colaboración con otra organización local hizo posible que sus operaciones continuaran. Mitchell Salem indica que esta es otra manera en la que IRIS desempeña su rol con creatividad. También menciona que algunos de los que fueron miembros del personal continúan realizando la labor de forma gratuita.

“Muchos lo hacen [de esa forma]”, dijo Mitchell Salem durante una entrevista. “IRIS es más que un empleador. Para todos los que trabajamos ahí es mucho más que un trabajo. Se conoce y se ve la necesidad que existe en el mundo. Uno ve lo que aparece en nuestras pantallas: el sufrimiento de la gente”.
La administración Trump que EE. UU. no tiene la capacidad de acoger a grandes números de inmigrantes y refugiados. Mitchell Salem considera que los recortes de fondos por parte de la Administración y las restricciones impuestas a la admisión de refugiados son devastadores y desacertados.
“Cada día que continuamos [en esta labor], es una manera de decirle 'tú no dictas cómo vivir nuestros valores' al gobierno de los EE. UU.”, recalca. “Continuaremos con nuestra misión porque está intrínsecamente ligada a quienes somos como estadounidenses, como nación y a nuestro propio ADN al ser una nación de inmigrantes. Y no vamos a dejar de hacerlo”.
Mitchell Salem añadió que IRIS seguirá adelante, en gran parte gracias al apoyo que recibe de la comunidad. Para los recién llegados, como Zazi, esas son sin duda buenas noticias.
“Estoy muy contento”, indica Zazi. “Me siento feliz de poder estar con los equipos de voluntarios. Me siento optimista de cara al futuro; un futuro nuevo y prometedor”.
Un futuro nuevo y prometedor es el que IRIS aspira a poder brindarle a todos aquellos a quienes sirve, mientras continúa haciendo frente a tiempos precarios.